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jeudi 21 août 2014

El doble filo del turismo en Haití: convertir el paraíso en negocio

Playas inexporadas en Île-à-Vache/ Iolanda Fresnillo 
El Gobierno haitiano se ha propuesto aprovechar el potencial turístico del país bajo una estrategia a la que acusan de centrarse en la élite
"Nos enteramos porque vinieron a poner la primera piedra del aeropuerto. Este proyecto no es para nosotros", dice un habitante de una de las localidades afectadas
Derribos, desplazamientos forzosos, o planes de macrocomplejos sin previo aviso son algunas de las denuncias por las que la población de Ile-a-vache se ha levantado
Iolanda Fresnillo
 Haití, cuatro años después del terremoto: el espejismo de la reconstrucción
"¿Te gusta Haití?", preguntan a menudo los haitianos. "Es un país muy bello". La respuesta les sorprende, acostumbrados a la imagen negativa que el mundo tiene de su país. Pero más allá de los tópicos sobre miseria, desastres naturales y conflictos que azotan Haití desde hace siglos, es un país que desborda belleza natural, convirtiéndolo en un activo para uno de los sectores económicos más dinámicos a nivel global pero con un doble filo: el turismo. Derribos, desplazamientos forzosos, o planes de macrocomplejos sin previo aviso son algunas de las denuncias que enturbian esta actividad.
El Gobierno haitiano se ha propuesto aprovechar el potencial turístico del país. En el marco de la estrategia " Haití, abierto a los negocios", el gobierno haitiano ha fijado la vista en el turismo como una de las estrategias principales para "estimular el crecimiento de la economía nacional", centrando los esfuerzos en la atracción de inversiones extranjeras y en transformar la imagen de Haití de un lugar al que ayudar, a un lugar al que viajar y con el que hacer negocios. Para el Ministerio de Turismo los retos son de imagen: "La mala percepción de la que es víctima el país a nivel internacional y la inconsciencia de la población haitiana de las riquezas turísticas y de la importancia del sector para la economía nacional".
Pero la percepción de una parte del pueblo haitiano es bien diferente: el sector crítico define el plan como una estrategia desarrollada en beneficio de una élite que no revertirá en las comunidades. Sus sospechas ponen el foco en hechos concretos, como que el gobierno garantice a las empresas extranjeras " vacaciones fiscales" si invierten en turismo o 15 años sin pagar impuestos ni costes aduaneros.
El Ministerio de Turismo argumenta que además del empleo y la formación profesional que acompañan los proyectos turísticos, se negocia con los inversores para que estos inviertan "entre un 8 y un 10% de sus beneficios en proyectos vitales para la población". Pero dichas inversiones y las promesas de trabajo digno raramente acaban cumpliéndose en Haití.
Con el fin de que así sea, algunas comunidades afectadas por los planes del gobierno están empezando a organizarse y movilizarse, bajo la premisa que, si es sin el pueblo, el crecimiento y el desarrollo no es para el pueblo. El principal ejemplo de esta tensión entre la estrategia del gobierno y las necesidades de la población local es el proyecto que se está llevando casi toda la atención de medios e inversores: Île-a-vache.
Cómo convertir el paraíso en negocio
Île-à-vache es lo que en el imaginario occidental definiríamos como un paraíso y, en palabras del Ministerio de Turismo, un verdadero tesoro: "Île-à-vache representa una de las últimas auténticas islas del tesoro de todo el Caribe. Natural, no explorada, no explotada y del todo única; se trata de un verdadero paraíso en estado puro, una rareza en el mundo de hoy".
El plan para Île-a-vache incluye la construcción de 1.200 plazas turísticas, una carretera, un aeropuerto, un campo de golf, un puerto, electrificación, pozos de agua y diversas infraestructuras sociales. Parte de las infraestructuras van a ser pagadas con fondos venezolanos de PetroCaribe. El proyecto se presenta bajo etiquetas como: turismo sostenible de baja intensidad, respeto a la integridad cultural y ambiental de la zona, espíritu comunitario o reparto equitativo de los beneficios. Pero la población de Île-à-Vache tiene razones para desconfiar de esas etiquetas.
Disculpen, aquí vive gente "No nos oponemos al turismo, sabemos que con el turismo llegaran hospitales y escuelas, pero este proyecto es demasiado grande para la isla", se lamenta Antoine Pierre, un joven que participa en una de las actividades informativas que ha preparado KOPI, el colectivo campesino de Île-a-vache. La población se siente abrumada y ninguneada.
"En mayo de 2013 el gobierno declara la Isla ‘zona reservada para el desarrollo turístico’. Nos enteramos porque vinieron en agosto a poner la primera piedra del aeropuerto. Sin el aval de la población de la isla. Este proyecto no es para nosotros". El joven Laini Marcdonald, uno de los líderes de KOPI, se reunió junto con otros líderes comunitarios con la ministra de turismo. "En diez minutos liquidó el problema, sin explicaciones, sin aclarar la viabilidad social del proyecto". Pocos días antes habían visto como, sin previo aviso, las excavadoras empezaban la construcción de la carretera, arrasando cultivos a su paso. El propio plan del Gobierno para Île-à-vache establece que "nos aseguramos siempre de consultar a los vecinos inmediatos e iniciar un diálogo constructivo". Desde el Ministerio afirman que "el proyecto ha sido diseñado para los residentes de la comunidad y será ejecutado con su participación". Sin embargo, la falta de vías de participación e información en las primeras etapas del proceso ha llevado a las especulaciones y al rechazo.
En diciembre de 2013 empezaron las movilizaciones en la isla contra los planes del gobierno. De 10 policías se pasó a medio centenar de fuerzas especiales para reprimir las primeras manifestaciones, que se han quedado en la isla. La población habla de militarización y hay diversasdenuncias de lesiones contra la policía.
Uno de los momentos más tensos ocurrió en febrero de 2014, cuando fue detenido Jean Matulnès Lamy, líder de la comunidad y muy activo en la radio comunitaria local, así como en las movilizaciones contra el proyecto. No hay cargos contra él y meses después sigue en la cárcel. Su padre, a quien todos llaman "Papa Maltunès" pide justicia: "si es culpable que sea juzgado como tal, pero ahora lo tienen retenido sólo por su oposición al proyecto".
"Si nos quitan la agricultura ¿cómo viviremos?" Uno de los temas más espinosos es el de las expropiaciones y el desplazamiento de la población. En las reuniones organizadas por KOPI y a las que asisten centenares de ciudadanas, corre como la pólvora el rumor de que "sólo 5 familias de agricultores y 5 familias de pescadores de cada localidad serán seleccionadas para poder trabajar por los hoteles, el resto tendrán que marcharse".
El Ministerio es tajante en esta cuestión: "No existen ningún plan de relocalización de los habitantes fuera de Île-à-Vache. Vamos a reubicar a aquellas familias cuyas viviendas se verán afectadas por la construcción de zonas hoteleras (estamos hablando de un centenar de casas) a zonas en Ile-a-Vache que el Gobierno les brinde con servicios básicos". El problema es que nadie sabe qué familias ni cómo ni cuando. En Madame Bernard, la principal localidad de la isla, se han empezado a marcar algunas casas para su derribo, pero las familias que las habitan no han sido informadas aún.
Casas marcadas para ser derrumbadas en Madame Bernard, Île-à-vache/ Iolanda Fresnillo "Si nos desposeen de la agricultura y la pesca ¿cómo viviremos? Es un genocidio cultural y un suicidio colectivo aceptar este proyecto" se indigna Laini. "Nos quieren convertir en obreros agrícolas al servicio de los hoteles ¡nosotros somos agricultores!" añade Antoine.
"Ésta isla ha sido abandonada por el gobierno durante décadas, y ahora nos prometen escuelas, hospitales, pozos de agua potable y centros comunitarios" añade Kenold, también de KOPI, que se une a la conversación. De camino a una de las reuniones informativas que han organizado en la isla, insisten en que no están en contra de los visitantes, pero la condición es que la población se beneficie de ello.
El gobierno, al ser preguntado por los beneficios para la población, habla de empleo, de programas de pesca, agricultura y formación, de agua potable y energía solar. Pero en Île-à-Vache desconfían de las promesas del Ministerio. Confían, eso sí, en que ganarán esta batalla: "Las obras de la carretera y el aeropuerto ya están paradas por las movilizaciones. ¡Claro que somos optimistas!", sonríe Kenold.
Mujeres cantan en reunión informativa sobre el proyecto Île-à-vache 'Cantando se lucha mejo'r: “Tenemos patatas, tenemos pescado, no necesitamos este proyecto"./ I. F.
El proyecto Este artículo forma parte del proyecto “Haití, los otros terremotos”, de su autora, Iolanda Fresnillo. Para saber más, sobre Haití y sobre Île-à-vache, podéis consultar la web http://haitiotrosterremotos.info
http://www.eldiario.es/desalambre/Turismo-Haiti-convertir-paraiso-negocio_0_291171394.html

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