* Gritaban 'la ONU quiere matarnos' y 'Minustah deja excrementos en la calle'
* Jóvenes habitantes de los campamentos llaman a la 'revolución social'
* Los gases afectaron a algunos niños que quedaron inconscientes
Jacobo G. García , AFP, Efe
Puerto Príncipe
Los haitianos han quemado neumáticos y botes de metal. Efe |
Barba blanca, pantalón descosido, zapatillas de deporte rotas y una pancarta en la otra mano que muestra a un soldado de la ONU subido a una tanqueta y con una gran cruz encima.
Como si fuera una más de las desgracias que asedian Haití, varios cientos de iracundos haitianos se echaron este jueves a las calles de Puerto Príncipe para exigir a pedradas, y sembrando las calles de barricadas, la salida del país de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah). Algunos sectores culpan a la Minustah de la epidemia de cólera que sufre el país.
Jóvenes habitantes de los campamentos llamaron a la "revolución social", mientras grupos de estudiantes gritaban "el cólera nos lo trajeron ustedes", "Minustah vete de aquí", "Minustah difunde excrementos en la calle", "la ONU quiere matarnos".
Represión policial
La Policía haitiana dispersó violentamente con gases lacrimógenos a los manifestantes a la altura de la avenida 'La Lue', según denunció el dirigente político Simeon Wisly, líder de uno de los movimientos de la plataforma 'Liberation'. Los gases, según denunciaron varias personas, afectaron a algunos niños que quedaron inconscientes. En las inmediaciones se pudo observar a personas muy nerviosas y a familias que corrían, tratando de huir.
Las secuelas del terremoto, los muertos del cólera y ahora la tensión electoral se han unido en un cóctel que este jueves estalló en Puerto Príncipe pero que por tercer día consecutivo ha sembrado de barricadas, neumáticos en llamas y basura Cabo Haitiano, la segunda ciudad más importante del país. Y como objetivo, siempre el mismo: los cascos azules de la ONU.
En pocos días, lo que hasta ahora fue un contingente multinacional enviado para pacificar el país tras las revueltas que expulsaron del país y del poder a Jean Bertrand Aristide (2004), se han convertido en un símbolo de todos los males que vive Haití.
Todo el país señala a los cascos azules de Nepal como los culpables de haber importado al país una epidemia que ya se ha cobrado la vida de más de 1.100 personas y ha enviado al hospital a 18.000, según las cifras más optimistas.
De nada ha servido el discurso del martes por radio y televisión del presidente, René Preval: "Estos sectores violentos quieren sembrar la discordia entre Gobierno, Minustah y población. Estamos ante un intento de desestabilización", explicó. Preval se refería así al tenso clima político que se vive en el país, donde varios candidatos se han acusado entre ellos de azuzar las protestas y de distribuir armas entre la población, lo que podría agravar la situación ante los comicios.
La expulsión de 100 soldados de Sri Lanka en 2007, acusados de pagar un dólar a niñas a cambio de sexo, ha echado más leña a la delicada situación que se vive. La ONU mantiene que no hay pruebas contra sus soldados, pese a que el brote es similar al detectado en el sur de Asia. Los análisis realizados a sus soldados no han encontrado pruebas que lo demuestre.
A pesar de que este jueves era día festivo en Haití en recuerdo de una de las más importantes batallas por la independencia del país, las protestas siguieron por cuarto día consecutivo en Cabo Haitiano, que vive una especie de estado de sitio tras la muerte de tres personas por disparos de las fuerzas de paz.
Este jueves, un equipo de 11 voluntarios estadounidenses fue agredido por hombres armados. Los cooperadores, pertenecientes a una organización cristiana, lograron abandonar la ciudad en dirección a República Dominicana antes de ser linchados por la turba. La situación en Cabo Haitiano continúa muy tensa, las barricadas se multiplican y la organización Oxfam decidió detener sus tareas humanitarias. La radio local 'Metropole' hablaba de ocho muertos en un solo día.
El miedo dificulta la atención a los enfermos
El temor de la población de Cabo Haitiano a salir a la calle tras los incidentes de los últimos días dificulta la asistencia a los enfermos de cólera en la zona, dijo el portavoz de la Minustah, Vincenzo Pugliese.
Pugliese dijo que las calles de Cabo Haitiano están vacías, en parte también porque este jueves es jornada festiva en todo el país, e insistió en que ello supone un obstáculo para la gestión sanitaria de la epidemia de cólera, enfermedad de la que hay numerosos afectados en esta zona.
Además, el aeropuerto está cerrado y hay una gran paralización en la ciudad, donde "los enfermos no pueden llegar a las clínicas por el miedo de la población y la situación puede empeorar", explicó Pugliese. Añadió que, además, en esa situación "los recursos humanos no pueden llegar para hacer frente a la epidemia".
"Un enfermo de cólera necesita recibir asistencia en tres horas para sanar", pero en la actual situación "el paciente que está en su casa y no puede salir porque hay barricadas, se muere", enfatizó.
http://www.elmundo.es/america/2010/11/18/noticias/1290095758.html