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dimanche 26 février 2017

1300 haitianos buscan regularizar su residencia en México

Domingo 26 de febrero de 2017 en México1300 haitianos buscan regularizar su residencia en México
ya fueron colocados los primeros cimientos de lo que será la Villa Haitiana que se sentará en el Cañón del Alacrán.
POR ELIUD ÁVALOS
Ayer fueron colocados los primeros cimientos de lo que será la Villa Haitiana que se sentará en el Cañón del Alacrán, así lo informo, el pastor Gustavo Banda Aceves de la Iglesia Embajadores de Jesús, al indicar que esperan construir en primera instancia 22 casas en uno de los terrenos y otras más en un segundo terreno.
De acuerdo con datos de organizaciones civiles, más de 5 mil haitianos han logrado llegar a Baja California de manera ilegal, y conforme a la Barra de Abogadas “María Sandoval de Zarco” y la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH), hasta el momento mil 300 haitianos se han acercado al Instituto Nacional de Migración (INM) para regularizar su residencia en nuestro país.
Con esto planea beneficiar a decenas de familias haitianas que se quedarán a radicar en Tijuana.
Muchos de los haitianos que en este momento viven en el albergue del pastor, ya están trabajando para ganarse el sustento en diversas áreas productivas como restaurantes o en el sector de la construcción.
De acuerdo con el pastor ya son la mayoría de los haitianos en ese albergue, los que han solicitado la regularización de su estancia en el país.

CONSTRUCCIÓN DE CASAS
“Little Haití” en Tijuana tendrá 100 casas para que las habiten las familias haitianas que se quedarán a vivir en la ciudad, informó Gustavo Banda Aceves.
El pastor encargado del proyecto para dar alojo a los migrantes haitianos indicó que la construcción de las viviendas iniciará hoy al mediodía en el Cañón de los Alacranes, en la colonia Divina Providencia, donde participarán las familias haitianas y algunos voluntarios.
Comentó que el costo de construcción de las viviendas destinadas a los haitianos será de 50 mil pesos, por lo que, en total se invertirán 5 millones de pesos para la edificación de los hogares.
Dijo que todavía no hay un tiempo estimado para concluir la construcción de las 100 casas, pero se espera que se realice lo más pronto posible.
Respecto a las donaciones que han recibido los embajadores de Jesús para la construcción de las casas, indicó que han recibido apoyo, pero éste no es suficiente.
“Ha ido lento, pero sí se han comunicado con nosotros. Lo vemos bien, es positivo, hay ideas, la gente nos ha donado cosas”, comentó. Para mayor información sobre cómo apoyar la construcción de las viviendas para los ciudadanos haitianos, Banda Aceves dijo que la iglesia Embajadores de Jesús está ubicada en el Cañón de los Alacranes #4094 de la colonia Divina Providencia, también se pueden comunicar a los teléfonos 6641723591, 6642290861 o al número fijo 6316314.

REGULARIZACIÓN DE RESIDENCIA
La hermana Salomé Limas de la Casa “Madre Assunta”, dijo a El Sol de Tijuana que los ciudadanos haitianos que residen en esta entidad han empezado a abandonar los albergues y buscan empezar a hacer sus vidas en México, al empezar a regularizar su estancia.
Hasta el momento más de mil 300 personas provenientes de Haití se acercaron al Instituto Nacional de Migración (INM) para regularizar su residencia en nuestro país.
Al respecto, la Barra de Abogadas “María Sandoval de Zarco” y la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH), permitirán que los extranjeros puedan obtener cualquier tipo de empleo por el tiempo que lo requieran, a través de la legalización de su estadía. Los principales sectores en los que han desempeñado una actividad laboral son: el manufacturero, restaurantero y de construcción.
Ante la negativa de algunas empresas por contratar haitianos; el delegado del INM en Baja California, Rodulfo Figueroa Pacheco, indicó que no deben temer emplear a migrantes foráneos con o sin documentos; ya que no se adjudicarán multas ni se clausuran establecimientos.
Decisión que apoya la Secretaría del Trabajo en el estado, según declaró su titular Juana Pérez Floriano, quien aseguró no hay persecución a patrones o empresas, por el contrario, “se les agradece que atiendan un problema social que hasta el momento no estaba resuelto”.
La hermana Salomé Limas comentó que muchos metieron sus documentos para regularizarse y por lo tanto ya no pueden estar en el albergue, motivo por el que muchos se están yendo a rentar espacios.
Por otra parte, el pastor Gustavo Banda refirió que los haitianos ganan entre mil y mil 200 pesos por semana, lo cual es insuficiente; asimismo, señaló que en un albergue con capacidad para 400 personas, han llegado a acoger cerca de 520.
https://www.elsoldecuernavaca.com.mx/mexico/1300-haitianos-buscan-regularizar-su-residencia-en-mexico

INM en Tijuana anuncia oferta laboral para los haitianos

La Barra de Abogadas María Sandoval de Zarco y la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) permitirá que el extranjero pueda regularizar su permiso de estancia, para que así pueda obtener trabajo por el tiempo que lo requiera.
Corresposanl Eliud Ávalos
Última actualización 20.02.2017
TIJUANA.- Los migrantes haitianos y africanos que permanecen varados en Baja California, tendrán oferta laboral en distintos sectores como el restaurantero, manufacturero y de construcción, dio a conocer el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, a través de la conformación de una alianza.
Este esfuerzo también lo integran la Barra de Abogadas María Sandoval de Zarco y la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) y permitirá que el extranjero pueda regularizar su permiso de estancia, para que así pueda obtener trabajo por el tiempo que lo requiera.
El delegado del INM en Baja California, Rodulfo Figueroa Pacheco, destacó que hasta el momento no hay población generalizada de migrantes extranjeros viviendo en la calle.
En ese sentido señaló que el problema radica en que muchas empresas no se quieren arriesgar a contratar extranjeros sin documentos oficiales, en virtud de que esto les puede generar multas e incluso la clausura del establecimiento.
Agregó que pese al riesgo existen lugares que contratan migrantes foráneos con o sin documentos.
Al respecto Juana Pérez Floriano, titular de la Secretaria de Trabajo Estatal reconoció que se dan estas actividades, pero aseguró que no hay persecución a patrones o empresas, y que por el contrario, se les agradece que atiendan un problema social que hasta el momento no estaba resuelto.
Con esta alianza, se espera que en breve haya un mecanismo rápido para que todos los que lo deseen, puedan tener una situación de estancia regular, y así puedan ser contratados.
http://www.elfinanciero.com.mx/nacional/inm-en-tijuana-anuncia-oferta-laboral-para-los-haitianos.html

Haitianos en los campos de la región: un fenómeno que llegó para quedarse

Haïtiens dans les champs: Un phénomène aui arrive pour rester!
Su país es el más pobre del continente y en Chile encuentran la esperanza de una vida mejor. Al menos 50 mil haitianos han ingresado a nuestro país solo en lo que va del año 2017, y buena parte de ellos para trabajar en el sector agrícola. Aquí la visión de quienes se han convertido en protagonistas de esta historia que recién comienza.
Marie Nazaire tiene solo 45 años y su vida entera ha estado rodeada por el esfuerzo. Nacida en Haití, el país más pobre de América, ha debido luchar contra la escasez para dar una vida digna a sus dos hijos y a su madre; por eso uno de sus últimos desafíos fue llegar a Chile, el último país del continente, a trabajar en el campo, el único sector que le ha dado empleo hasta la fecha. Sentarse a conversar con ella es un gusto, a pesar de que su dominio del español es mínimo -lo mismo nos pasa a los chilenos con el francés- con una sonrisa amplia y un gran esfuerzo ella intenta relatar parte de su historia: “ Yo vine a Chile porque aquí las mujeres trabajan mucho y a mí me gusta trabajar, mi sueño era trabajar y ganar mi dinero. Llegue a una viña primero, durante esa época logré conseguir mi visa y mi cédula de identidad. Llevo en Chile un año tres meses y hoy estoy viviendo en Rancagua junto a varios haitianos más”.
Marie Nazaire hoy es parte del equipo de packing de Agrícola Garcés una de las empresas más grandes de la región y el país, especializada en la producción de cerezas y la exportación en general de fruta. Marie cuenta orgullosa como de a poco fue aprendiendo todas las etapas de su nuevo oficio “ el trabajo aquí ha sido muy bueno, me gusta mucho, yo trabajo en selección, saco todo lo malo de la fruta. Y también mi jefa Cecilia me enseñó otras cosas y ahora puedo embalar y al mismo tiempo seleccionar la fruta”. Marie es parte de una veintena de ciudadanos haitianos que llegaron a la empresa para ser parte de la temporada 2016-2017. Ella es una de las últimas que van quedando, y con su carisma y simpatía ha sido capaz de encantar a buena parte de sus compañeras de labores. Cecilia Escobar es supervisora del packing Garcés , encargada de la línea de selección de fruta en la que trabaja Marie y explica cómo fue para el resto de los funcionarios la llegada de estos nuevos compañeros. “La experiencia ha sido muy buena, son muy trabajadores, amistosos, responsables, honestos; la honestidad para ellos es lo principal. Llevo 13 años en Agrícola Garcés, ocho años en selección, y este año ha sido muy intenso en cuanto a los extranjeros , costó un poco al principio y después fue maravilloso, me encantó. Cuando estaban las cerezas teníamos gente extranjera separando color y yo les comentaba a mis amigas que las pusiéramos en más labores, que aprovecháramos de enseñarles más y así íbamos probando también en sellado y embalaje, de esa manera aprendieron todas las labores del proceso”
UNA MÁS
Mientras Marie ya está seleccionando duraznos de exportación, Cecilia indica que al momento de llegar al equipo ella reunió a todas las trabajadoras y “ les pedí a todas las señoras que la integráramos como una más de la mesa, y fue muy bien recibida; ahora incluso ella les canta a las chicas una canción que inventó ‘boten malo, no boten bueno’ – comenta entre risas- ella es así, les inventa canciones y se pone a bailar con sus compañeras, es muy humana, uno los tiene que tomar así, no porque tengamos diferencias de color tenemos que mirarlos mal, para mi ella es una persona igual que yo, nos sacamos el delantal de trabajo y somos iguales”.
La supervisora del packing cuenta que el idioma no ha sido impedimento para que se genere una amistad. Marie , que está sola en nuestro país, ha confiado en su jefa y en sus compañeras buena parte de las dramáticas historias de su vida. “Los chilenos deberíamos estar más atentos a lo que pasa con ellos, ellos son 15 personas que viven en una casa, manejados en su mayoría por un contratista. Lo ideal sería que las empresas los contrataran directo sin contratistas de por medio porque muchos abusan y ellos (haitianos) llegan muy solos nosotros no sabemos cómo llegaron, por ejemplo ella dejó a sus dos hijos , su mamá y su marido y llegó acá a buscar nuevas oportunidades, por eso tenemos que tener cuidado de no recordarle a sus hijos , porque solita se pone a llorar y yo he tenido que abrazarla y aconsejarla, son tan humanos que se les debería dar más oportunidades”. La Mary, como ya le dicen en el packing, posa para la cámara abrazada de su jefa y rodeada de sus compañeras mientras cuenta que su sueño algún día es traer a sus hijos a Chile para darles una vida mejor, sin embargo, hoy la angustia que pronto deberá dejar la casa que ocupa en Rancagua, y abandonar su trabajo en Agrícola Garcés. “La Mary junta dinero y se lo manda a su mamá, y me dice ‘a mí me gusta trabajar aquí pero tengo que saber dejar este trabajo porque mis amigos se van a ir, porque los van a echar a la calle’, ahí yo digo qué nos pasa en este país con la fiscalización. Para que no dejen la casa en que viven les exigen que trabajen más de 10 horas diarias, ella me dice que no quiere quedarse porque eso es un abuso, y el martes 28 deben dejar ese lugar y no sabe que será de ella y sus compañeros”, concluye Cecilia Escobar preocupada.
LOS HAITIANOS EN EL CAMPO: AMENOS Y TRABAJADORES
Ver haitianos en los campos de O’Higgins ya es algo común, es cuestión de preguntar y siempre hay alguien que los ha divisado, pero eso no significa que los empresarios agrícolas estén llanos a dar su testimonio o incluso a que un equipo de periodistas ingresen a sus predios para conocerlos. Si bien el trato de personas de manera ilegal en la temporada, es un hecho, también hay un dejo cultural, cierta incomodidad de parte del agricultor y también de estos extranjeros porque son de color, “esta como esa idiosincrasia en los chilenos de pensar en que darles trabajo en el campo será abusivo sobre todo por el color de la piel, esta idea como de la esclavitud me entiende, obviamente no hay ninguna relación, ellos trabajan y son buenos trabajadores y en mi caso me preocupo mucho de su dignidad y de sus pagos, pero no faltan los que así piensan”, afirma un productor de Colchagua.
En este nuevo fenómeno está participando activamente Manuel Puga, quien fue director de Frusexta y es reconocido como uno de los más importantes productores frutícolas de la región. En su fundo, ubicado en la comuna de Coltauco dio empleo durante esta temporada por primera vez a una veintena de haitianos, una experiencia que hasta el momento define como excelente “son muy buenas personas, la mayoría de ellos son evangélicos, personas alfabetizadas, muy educadas, buena parte de ellos tienen oficios y llegaron a nuestro país obviamente porque necesitan mantener a sus familias”. Puga explica que está consciente de la indefensión con que estos extranjeros están en nuestro país, la mayoría no maneja el idioma y no conocen a nadie, por ello dentro de su agrícola impuso diversas reglas para garantizar la dignidad de los haitianos. “En primer lugar esta que su situación legal esté en regla, también nos ocupamos de la habitabilidad de sus viviendas, conseguimos casas buenas para que ellos vivan en la temporada, con baño, y con cocina. Nunca los mezclamos en las residencias con chilenos, porque ellos son personas muy sanas, sin vicios, nunca pelean, y no queremos que conozcan eso. También le pedimos a los contratistas que se les den facilidades de comunicación con sus familias como WiFi permanente, y lo que es muy importante: el pago siempre se hace de manera directa, ellos ganan lo mismo que cualquier otro trabajador, y el día del pago se les entrega el dinero en sus manos”, subraya el empresario.
Puga destaca especialmente el compromiso de los trabajadores extranjeros, especialmente de los haitianos con sus labores “ellos aprenden con facilidad y son muy comprometidos, se ponen la camiseta, llegan a trabajar, nunca faltan a su trabajo, y este es un comentario generalizado, que la experiencia ha sido muy positiva, se preocupan de hacer bien su trabajo y son gente muy amena, a pesar de las vidas tan difíciles que han tenido son optimistas y la gente que trabaja con ellos los quieren bastante”. En ese sentido Puga hace un paralelo con el trabajador chileno “cada vez están más problemáticos los trabajadores chilenos, no solo en la agricultura, sino también en la construcción, no les interesa aprender, hay mucha irresponsabilidad, especialmente los jóvenes ya no quieren trabajar en el campo y cuando lo hacen están más preocupados del celular, entonces creo que esta es una buena señal”.
Miguel Jara es chimbaronguino y durante la temporada agrícola funciona como “enganchador”, aquel que hace de intermediario entre los temporeros y los productores para la cosecha. Jara explica que aún no ha tenido trabajadores haitianos, pero bien sabe que ya son muy codiciados en la zona “aquí se los pelean los patrones porque son muy buenos para trabajar, quizás en el campo no ganan mucho pero ese dinero en sus países es harta plata, en sus países hay mucha pobreza por eso son bien esforzados y eso les gusta a los agricultores”. Al mismo tiempo, Jara cuenta que ha sido testigo del abuso que se hace en los campos con estas personas “en mi caso yo me preocupo de que la gente que consigo gane plata, por eso yo soy distinto a los contratistas, nosotros sabemos que hay contratistas que por ejemplo si el extranjero gana 17 mil al día, les cobra 15 y con los dos mil restantes se queda la persona, eso, por lo menos yo siento no corresponde”, sentencia
Por su parte Claudia Silva , subgerente de Recursos Humanos de Agrícola Garcés indica que la llegada de haitianos este año respondió a un fenómeno especifico, y que su contratación, si bien no responde a una política de la empresa, si lo hace en cuanto a los valores de la compañía “ en nuestro código ético esta como punto importante la no discriminación, y para esta temporada contratamos 2.500 personas entre ellas extranjeros, algunos haitianos, como también peruanos, colombianos y otras nacionalidades. En términos contractuales, todos estos trabajadores contaban con los permisos legales, con visa asignada o en trámite y con cédula de identidad”. Respecto a los ciudadanos haitianos, Silva explica que sus labores las realizaron sin problemas “el trabajo de packing es un trabajo en sí mismo muy sencillo, no requiere de demasiadas instrucciones, de todos modos estos trabajadores asistieron a a una inducción y todo funcionó muy bien, ni siquiera hubo problemas por el idioma porque el rotulado de las cajas esta inglés, así que todo funcionó de buena manera”, sentenció la ejecutiva.
EL BOOM DE HAITIANOS EN COLCHAGUA Y CARDENAL CARO
Desde el año 1999 la Ley de Inmigración entrega jurisdicción para entregar visas y permisos de trabajo a las gobernaciones provinciales en las cuales los extranjeros indican su residencia. Es por ello que durante este año, los Departamentos de Extranjería, especialmente de la Gobernaciones de Cachapoal y Colchagua se han visto enfrentado a un fenómeno que no conocían : un aumento explosivo de trabajadores haitianos de temporada.
Sergio Huerta, es el encargado de Extranjería en Colchagua y afirma que sus horarios de trabajo se han extendido hasta tarde en la noche, todo ello con el fin de darles la mejor atención a quienes llegan a esa zona de la región “ aquí hemos vivido una explosión, llevamos hasta el 22 de febrero la misma cantidad de personas que hace cinco años llevábamos en un año, es un aumento de un 500%, de hecho nosotros tuvimos que adoptar como medida dar hora, algo que nunca habíamos hecho porque no damos abasto”. Huerta agrega que “ es un fenómeno que ha ido creciendo, nosotros teníamos un promedio de 700 solicitudes al año, y no son 700 personas, son muchos más porque llega una señora con los tres hijos. Si en el ‘ 99 teníamos un promedio de 250 solicitudes hoy llegamos a las 2 mil, y hoy 20 de febrero estoy a full con la atención número 500 , y de estos, el total son trabajadores agrícolas”.
Respecto al perfil de estos trabajadores Huerta detalla que “ en general estas personas no superan los 30 años, son jóvenes y hombres en su mayoría , en general llegan con contratos indefinidos, y lo que nos han dicho los empresarios es que están muy contentos con la gente”.
Un poco más al norte, Carlos Yáñez encargado de Extranjería en la provincia de Cachapoal indica que el aumento explosivo de solicitud de visas también se ha convertido en un tema en esa zona y esto se debe principalmente a que muchos extranjeros están siendo enviados por dato desde Santiago, ya que la región se destacaba por su agilidad en el trámite: “ Si hacemos un análisis del 2015 al 2016 ha habido un aumento de un 140% de requerimientos para hacer tramites vinculados a visa. El problema que tenemos como Gobernación de Cachapoal es que nos ha crecido explosiva mente las solicitudes de atención, demorándonos un mes más o menos entre la solicitud de hora y el día en que logramos atenderlos”.
Ambos funcionarios explican que la ley chilena obliga a los extranjeros que quieran trabajar en nuestro país a presentar un contrato de trabajo por el sueldo mínimo para obtener una visa. Asimismo las empresas deben cumplir con el Código del Trabajo el cual exige que el número de trabajadores extranjeros en una empresa no debe ser superior al de los chilenos. En el caso del agro sin embargo, se ha dado un fenómeno, ya que los interesados en contratar a estas personas han debido realizar contratos indefinidos, ya que los temporales no funcionan en un sistema que está colapsado de solicitudes. “Las faenas de temporada son de dos meses por lo general, pero el trámite para solicitar una visa dura entre dos y tres meses, y ellos tienen contratos de temporada por tanto cuando el extranjero obtiene su visa el trabajo ya no corre. Pero el empleador puede hacer contratos indefinidos y se pueden usar cláusulas para terminar los contratos y así agilizar el trámite porque lo importante es deben trabajar cuando tengan permiso”, sostiene Carlos Yáñez quien agrega que la masa flotante de extranjeros ilegales es otro problema para la zona “ nosotros vemos muchos haitianos sin papeles, el miércoles pasado una empresa necesitaba hacerle contrato a 22 haitianos, pero las horas de atención las estamos dando para marzo , entonces se genera este problema en que esta la mano de obra, está el interés de las empresas por contratarlos pero no tenemos capacidad en cuanto a personal para absorber esta demanda e interés que ha existido”, sentencia el abogado.
Por su parte Sergio Huerta, de Extranjería de Colchagua arguye que el fin de la temporada agrícola en mayo es una de las situaciones que hoy le preocupa porque “ baja la temporada y estas personas pueden quedar abandonadas por eso nos reuniremos con los alcaldes de las 10 comunas de la provincia con tal de coordinar todo lo que es ayuda. Estas personas necesitan atención en salud, colegio para sus hijos, y debemos coordinarnos para enfrentar este nuevo escenario” concluye Huerta

Construirán Villa Haitiana en Tijuana

La calidad de vida de los haitianos es precaria, el albergue Gustavo Banda se ubica en el Cañón del Alacrán, un sitio cercano a Playas de Tijuana pero el camino para llegar es azaroso en una avenida estrecha donde el transporte público escasea.
Corresposanl Eliud Ávalos
20.02.2017 Última actualización 20.02.2017
Una Pequeña Haití (Little Haiti) empieza a planearse en Tijuana a iniciativa del pastor Gustavo Banda Aceves de la Iglesia Embajadores de Jesús. El objetivo es construcción de casas para las familias haitianas que se van a quedar en México. Al momento más de 1,300 personas se han acercado al Instituto Nacional de Migración (INM) para regularizar su residencia en México.
Sin embargo, la calidad de vida de los haitianos es precaria, llegar al albergue del pastor Gustavo Banda no es fácil. Se ubica en el Cañón del Alacrán, un sitio cercano a Playas de Tijuana pero el camino para llegar es azaroso en una avenida estrecha donde el transporte público escasea.
Se trata de un camino rural, alejado del centro de la ciudad, enlodado y antes de llegar un camino de terracería dividido por un río de aguas negras que deben cruzar por un desvencijado e inseguro puente de madera. Si pierden el equilibrio caerían sin remedio a las fétidas aguas.
El albergue contrasta completamente con el exterior, el lugar está limpio, se guarda un orden absoluto. Todos cooperan con el aseo y hombres, mujeres y niños viven en un lugar seco y seguro.
De acuerdo con el pastor Gustavo, es verdad que llegar ahí es difícil porque hay muchos obstáculos en el camino, pero los haitianos están bien y con salud. Poco apoyo ha recibido y no se ve que en el futuro las cosas cambien.
Explicó que para conformar la Little Haiti (Pequeña Haití) han pedido material de construcción, todo lo que la gente pueda llevar. El plan es hacer viviendas de madera, con piso de cemento. El objetivo era empezar desde este martes pero las actuales condiciones del entorno lo hacen difícil.
No hay camino cómo llegar en automóvil. Si uno llega a pie es fácil percatarse de las complicaciones y riesgos para todos los que a diario cruzan por ese lugar.
El alimento se ha convertido en la principal necesidad en este momento, arroz, atún, sardinas espagueti y pollo es lo que más comen.
Para Christopher Faustín, haitiano con ya varios meses en Tijuana, no hay más opción que quedarse en México. .
“Puedo decir que gracias a Dios caímos en buenas manos porque el pastor Gustavo y su esposa son personas muy buenas. Antes había como 450 personas aquí. La mayoría o quiere ir a Estados Unidos porque no desean que los regresen a Haití. Es mejor quedarse en México.
Christopher se quedará a radicar en México con su esposa y su pequeña hija de tres años. Sabe que existe esta iniciativa para hacer una comunidad haitiana en esa zona, en un terreno muy cerca del actual albergue en el Cañón del Alacrán.
Por ahí también estaba Pascal Austin, ciudadano haitiano que ya trabaja en un restaurante en el centro de Tijuana.
Según Pascal si batallan mucho para entrar y salir y al igual que Christopher no intentará cruzar a Estados Unidos “porque está muy difícil”.
Poco pudo hablar debido a que llegaría tarde a su empleo y el transporte brilla por su ausencia pero tiene que desembolsar por un solo pasaje 17. Pascal se va pero tiene muy claro lo que quiere y sabe que no puede seguir así y por ello está por buscar un mejor lugar para rentar.
http://www.elfinanciero.com.mx/nacional/construiran-villa-haitiana-en-tijuana.html

Alrededor de 2 mil haitianos se quedarían en Baja California

Algunas empresas ya se han acercado con la intención de contratar a haitianos
BAJA CALIFORNIA.- Hace unas semanas algunos haitianos comenzaron con los trámites regular su estancia en Baja California, sin embargo, poco a poco ha ido creciendo más las solicitudes presentadas en el Instituto Nacional de Migración (INM).
Juan Pérez Floriano, la titular de la Secretaría del Trabajo y Bienestar Social (STPS) dijo a Uniradio Informa que de los 4 mil haitianos que se encuentran actualmente en Baja California, al menos 2 mil de ellos se quedarán en el estado.
Por su parte la secretaría de trabajo señala que a pesar de que hace un mes varios haitianos aseguraban que no querían quedarse en el estado, ya que buscarían cualquier oportunidad para cruzar los Estados Unidos, hace dos semanas fueron más de 100 en busca de estancia.
Algunas empresas ya se han acercado con la intención de contratar a haitianos.
http://www.sandiegored.com/noticias/83730/Alrededor-de-2-mil-haitianos-se-quedarian-en-Baja-California/

Balseros haitianos y cubanos “tocan tierra” en un museo de Miami

JORGE IGNACIO PÉREZ
 Agencia EFE
Las vidas de un emigrante haitiano y otro cubano llegados a Miami en 1991 se entrelazan 26 años después en el Museo de Historia de la ciudad, donde se exhiben “balsas” y “cayucos”, las frágiles embarcaciones utilizadas por miles de personas para hacer la travesía hacia el “sueño americano”.
El director del Museo de Historia, Jorge Zamanillo, afirma que el mar es fundamental para Miami (Florida) y que en la colección de objetos marítimos, con más de 40 piezas de todo tipo, no podía faltar un homenaje a los balseros.
“El agua es parte de la cultura del sur de la Florida, pero en esta cultura se entrecruza el dolor de los inmigrantes que han llegado aquí arriesgando sus vidas”, reflexiona Zamanillo en una entrevista con Efe que transcurre delante de una balsa de 1994 llegada a estas costas con toda una familia a bordo.
La embarcación es rústica, única. Fue hecha a mano para cruzar un mar repleto de tiburones. Los vecinos de Lincoln Road (Miami Beach) la tuvieron unos meses expuesta en la calle hasta que el Museo se encargó de conservarla, agregándola a sus fondos.
“Llegó con cinco personas, toda una familia. La armaron con maderas y tres neumáticos de camión. Uno de los neumáticos todavía tiene aire, después de más de veinte años. Increíble”, se asombra el director del Museo.
Según Jorge Zamanillo, uno de los ocupantes le contó que se hirió una pierna con un trozo de metal y comenzó a sangrar. Los tiburones rondaban la balsa. Era de noche, sin agua apenas para tomar. “Es una historia típica de los balseros”, apunta.
Él cree que, al haber sido derogada en enero la política de “pies secos/pies mojados”, no llegan tantas balsas como antes y puede que lleguen a desaparecer, de ahí la importancia de preservarlas.
“Los botes cubanos y haitianos son importantes para el museo porque nos narran la historia de la inmigración reciente de este país”, dice este hombre nacido aquí de padres cubanos exiliados.
Según Zamanillo, desde los años 60 han llegado más de 73,000 balsas. La que tiene detrás forma parte de una colección transitoria ubicada en el primer piso. Solo estará seis meses a la vista.
Dos pisos más arriba conviven un “cayuco” haitiano y una balsa cubana. Están allí desde 1984, una encima de otra. La cubana, más pequeña y colgada del techo, está recubierta interiormente con “poliespuma” y su armazón es de madera barata.
El “cayuco”, que trajo hasta Miami a siete haitianos, tiene aspecto de canoa pero más sofisticada.
Dice Zamanillo que en el almacén del museo tienen más embarcaciones de este tipo. En una de ellas llegó Yuri Cardentey, un cubano de Pinar del Río que se lanzó al mar en 1991 con cinco amigos.
“Dieciocho horas en esa balsa. Luego un (barco) mercante nos recogió y nos trajo a Estados Unidos”, recuerda Cardentey.
Cardentey tiene dos hijas, una nacida en Cuba y otra en Miami. Para terminar la balsa que lo trajo, él y sus amigos necesitaron seis meses, “uniendo planchas con tornillos, planchas de carros (autos) reutilizadas”, dice.
“Luego le pusimos un motor de turbina agrícola y una hélice. Y a la mar”, sonríe en el taller de chapa y pintura de automóviles donde trabaja.
Ante la llamada “crisis de los balseros”, en 1994, se estableció la hoy extinta política de “pies secos/pies mojados” en virtud de la cual todo cubano que llegaba a territorio estadounidense podía quedarse legalmente en el país, mientras que los hallados en el mar eran devueltos a la isla.
Los haitianos no han tenido tanta suerte. El convenio migratorio entre Estados Unidos y Haití, firmado en 1981, establece que todo inmigrante haitiano interceptado por las autoridades estadounidenses debe ser repatriado.
Así lo confirma el joyero y agente inmobiliario Didier J. Fabien, quien de sus 57 años lleva 26 viviendo en Florida. Como Yuri Cardentey, llegó en 1991, pero no es balsero.
Fabien es el director de la organización sin ánimos de lucro Haitian American Emergency Relief Comittee. Habitualmente ofrece cursos de autoayuda a los haitianos de Miami.
“Igual que los cubanos, los haitianos se lanzan en balsa y hacen una travesía peligrosa; llegan a Bahamas y muchas veces los deportan. Otras veces llegan aquí, o simplemente no llegan. Lo hacen para tener una vida mejor, no tienen otra opción”, dice.
Él cifra en cerca de medio millón de haitianos, entre los que tienen papeles y los que no, los que viven al sur de la Florida.
En el extremo oriental de Cuba, al pie del faro de Maisí, existe un cementerio de haitianos que no pudieron llegar a Miami. Cuando el Paso de los Vientos está encrespado, la corriente vuelca los cayucos y los cuerpos sin vida llegan a Cuba como destino final.
Al tratarse en ocasiones de enterramientos masivos, sus tumbas son cruces bastas que como identificación solo llevan un número.
Read more here: http://www.elnuevoherald.com/noticias/sur-de-la-florida/article133731049.html#storylink=cpy

ASÍ TOCA EL GRUPO HAITIANO "4 HARMONY", EL FAVORITO DE LA COMPETENCIA EN VIÑA 2017

[VIDEO] ASÍ TOCA EL GRUPO HAITIANO "4 HARMONY", EL FAVORITO DE LA COMPETENCIA EN VIÑA 2017
Llevan 14 años de trayectoria y es primera vez que Haití está presente en el Festival.
23 de Febrero de 2017 08:36
El grupo haitiano "4 Harmony" es uno de los que está participando en la competencia folclórica del Festival de Viña del Mar 2017 y, hasta el momento, es uno de los favoritos tanto por el público como por el jurado.
La participación de esta banda tiene dos puntos de mucho significado: el primero, es que representan a un país que nunca antes había participado de la competencia internacional y, segundo, justo lo harán en un momento de gran presencia de la comunidad haitiana en nuestro país.
La banda tiene 14 años de trayectoria, y fue la novia chilena del vocalista Marc-Harold Pierre, quien los incentivó a participar.
La canción con la que llegan al escenario de la Quinta Vergara lleva el nombre de "Peyi a", que sobre la sociedad haitiana y la riqueza de su cultura.

mercredi 22 février 2017

La Apatrida: Dominicans of Haitian Descent Are Deported and Forgotten

TUESDAY, FEBRUARY 21, 2017 AT 8 A.M.
BY MARIO ARIZA
Children in Parc Cadeau often don't get enough to eat.



Ena Louissaint and her four children have lived for the past year and a half in a ramshackle hut made from scavenged cardboard, faded blankets, flimsy sticks, and corrugated zinc panels. Leaning to one side, it offers little shelter from the hot, incessant wind that sweeps across the dusty outskirts of Anse-à-Pitres, Haiti. Her place is about a half-hour walk from that remote town of about 20,000 near the Dominican border.
There's little to eat here. The children — Duilyel Jan, Elia, Eliyel, and Loudi — are all under the age of 10. Their hair is brittle and feels hollow. It breaks off when touched, a sign of malnutrition.
"We eat once a day," Louissaint, a tall woman who clearly was once strong and vital but now has a worried face and work-worn hands, says in Spanish. "We eat corn flour and rice sometimes, when we have it."
Louissaint left Haiti when she was 6 years old and grew up some 20 miles away across the border, where she raised yuca, red kidney beans, and pigeon peas on a plot of dry, rocky soil. For most of her life, she was a sharecropper. Eventually, she saved enough money to purchase a herd of goats and operated a small store selling vegetables and clothing.
But then, in July 2015, roving bands of armed Dominican men whom she calls tígueres, which translates to both "thugs" and "tigers," began showing up on motorcycles in Aguas Negras, the tiny hill town Louissaint called home. They came in the evenings. Often drunk, they carried torches and pistols. They leered at Ena and the other Haitian women of the town, and then they told all of the Haitians to get out — or else — regardless of whether they had spent their whole lives there.
Louissaint heard they had burned down a house in the neighboring hamlet of Ávila. The Kreyol-language stations on her radio warned of ethnic violence and that immigrants would soon have to register with the Dominican government. There would be mass deportations and perhaps a reprise of the Parsley Massacre, the 1937 mass murder of as many as 30,000 ethnic Haitians.
So Ena and her family fled. One day in late July 2015, taking only what she could carry, she simply walked across the border into Haiti. The tígueres stole everything she left behind. "We lost the small store we owned, along with our livestock," she says, adding that the thieves were never punished.
"Here, we can barely find water to drink," she says, her voice choking with despair.
Now Louissaint is 33 years old and lives in Parc Cadeau, a remote, squalid refugee camp that houses some 2,000 people. It's a haphazard collection of huts, hovels, and lean-tos that stretches alongside a dusty white gravel road. Ena and the others drink water from the dirty Pedernales River or a nearby agricultural canal. Both sources are untreated, and an outbreak of cholera last year killed 14 people.
There is no electricity and no sanitation in the camp, and dirt paths connect randomly placed abodes. It was all built in a rush with whatever material residents could find. No one expected to live here for years. The sturdiest shelters are composed of sticks covered in mud. They're roofed in thatch that keeps out most of the water. The flimsiest are made of rain-warped cardboard and rusting sheets of corrugated zinc. One family has lived for months in a donated Coleman camping tent. There are no trees for shade, only thorny shrubs.
Though nearby Anse-á-Pitres and Pedernales are home to a shared bazaar where everything from Norwegian herring to Vietnamese-made Converse sneakers are sold, Louissaint has little chance of finding the cash to become a vendor — or even of renting land to cultivate. "Here, we can barely find water to drink sometimes," she says, her voice choking with despair, "and no one is helping."
Louissaint holds little hope of returning to the country where she grew up and that she knows best. She doesn't have Haitian or Dominican identity documents. Nor does she have the 50 Dominican pesos to bribe a border guard. And she doesn't want to talk about what happens to Haitian women who get caught crossing the border without the requisite bribe.
A year and a half ago, Louissaint was one of the 750,000 Haitians living and working in the Dominican Republic. But a series of events, set off by a 2013 Dominican Supreme Court ruling that stripped more than 200,000 Dominicans of Haitian descent of their birthright citizenship, forced her to flee. The Inter-American Court of Human Rights, Amnesty International, Human Rights Watch, and Oxfam condemned that ruling. The United States government remained mute.
The law has become part of what is known as la apatrida — the civil genocide, which declared Dominicans of Haitian descent born as far back as the 1930s to be "in transit" — only passing through — even if they had spent their entire lives in the Dominican Republic. After October 2013, an already marginalized underclass suddenly couldn't legally own property, vote, or work formally in the private sector. Nor could they send their children to school past the fourth grade. The ruling was found to violate the United Nations' Universal Declaration of Human Rights. The Dominican government ignored that finding.
Haitians and their Dominican-born children, who in some cases barely spoke Kreyol, were required to register by July 2015. They were 7 percent of the population, but few had the required birth certificates and identification cards.
Panic spread. Newspapers in Santo Domingo began speaking of the "invasion" of a "dark army" whose greatest weapon was a high birth rate — of the need to defend the fatherland against uneducated savages. Erroneous reports circulated of a Haitian being lynched in the Dominican city of Santiago. Louissaint's worries peaked when the tígueres showed up in the hills near her home in Pedernales, just across the border from Anse-à-Pitres.
In summer 2015, more than 70,000 people fled the Dominican Republic for Haiti. The Dominican government, in an Orwellian twist, called them "voluntary returnees." Like Louissaint, they lost their homes, businesses, and property. For a time, international news and human rights organizations publicized the refugees' problems. Then they were forgotten.
Louissaint and the other residents of Parc Cadeau tell a story of intense intimidation and fear. Long after they were chased down from the hills and left to live in wretched poverty on this dust-filled plain, they remain here, out of the international spotlight and out of luck. "No one is helping us anymore," Louissaint says, "not even the parish priest."
"I left because of the threats," says Wayom, who has lived in a tent for more than a year. "The bosses wanted us out."

"I left because of the threats," says Wayom, who has lived in a tent for more than a year. "The bosses wanted us out."Photo by Mario Ariza
 Eliseo Jean Luis isn't quite sure how old he is. A tall, rail-thin, gray-haired father of 11, he thinks he must be pushing 60. But because he was born in a rural part of the Dominican Republic to illiterate parents who were never issued a birth certificate, he can't be sure. Though he speaks fluent Spanish and can name more Dominican towns than Haitian ones, he doesn't plan to ever go back to the land of his birth. He has lived in dusty Parc Cadeau for a year and a half but would like to resettle deeper into Haiti. "A thousand pesos could get me out of here," he says.
Jean Luis left his home because he was afraid. He and his wife walked across the border and into Haiti in early July 2015. They left behind a life growing beans in Las Mercedes, a hill town 13 miles from Pedernales. When he talks about his decision to return to Haiti, his voice drops to a hushed tone. "The tígueres showed up one night in June. They were on motorcycles. They had machetes and pistols."
Jean Luis says they caught him on the road as he was walking back to his home. He thinks they didn't hurt him because he looks so old. But they insulted him and told him to return to his country, or else.
He says he felt like "the tígueres from Pedernales wanted to burn us all, and the radio was saying it was going to be like 1937 all over again."
His voice lowers to a whisper when he mentions that far-off year. He's like many Haitians on the island, one of Columbus' first landing spots in the New World. He still shudders at the thought of the genocide perpetrated by American-backed dictator Rafael Leonidas Trujillo exactly 80 years ago.
The Spanish-speaking Dominican Republic and the mostly Kreyol-speaking Haiti share the island of Hispaniola, a landmass that's 700 miles from Miami and about the size of North Carolina. The island's 137-mile, mountainous border divides the Western Hemisphere's poorest nation from Latin America's fastest-growing economy.
Because the majority of both countries' populations are of African descent, the genocide perpetrated by Dominicans against Haitians can be difficult to understand for Americans, says Harvard professor Lorgia García Peña. "Early in the 16th Century, the Spaniards said, 'Fuck sugar — there's gold in Peru and native people we can exploit,' so they abandoned Hispaniola," she says. "To be negro ["black" in Spanish] meant you were a slave, so even just one drop of white blood meant a better social position."
The French showed up early in the 18th Century and took the western side of the island. They quickly imported millions of slaves and turned the French colony of Saint-Domingue into the richest in the New World. The new influx of slaves meant that being something other than "negro" became much more important to the mixed-race Spaniards on the island's eastern side.
The French slaves heroically rebelled in 1791 and eventually conquered the whole island. Ultimately, Dominicans of all colors rose up against the Haitian occupation and gained independence in 1844.
"Dominican mulattos made the Republic possible," García Peña clarifies, "but then the white people took over."
The United States occupied Haiti in 1915 and the Dominican Republic in 1916 and helped a white elite to consolidate power in the latter. Along with building roads and providing sanitation, the United States brought institutionalized racism to the island and began importing Haitian labor to work in the Dominican Republic's sugarcane fields. Since then, Haitian labor has been integral to Dominican success.
"We feel like what the Dominican Republic is doing is equal to some type of apartheid in the Caribbean," says Marleine Bastien, director of Fanm Ayisyen nan Miyami, a community social services nonprofit based in Miami. She helped organize the Haitian diaspora's response to la apatrida. "We went to Congress but got nowhere," Bastien remembers. "We felt that [la apatrida] was very unfair. Haitians had built Dominican infrastructure and were now being kicked out."
One activist, the Pulitzer Prize-winning Dominican writer Junot Díaz, testified before Congress alongside Haitian writer Edwidge Danticat about the civil genocide. The Dominican government responded by stripping Díaz of a national prize he had been given in 2009. Authorities cited his "un-Dominican activities."
Though a law was passed in 2014 to allow Haitians to stay in the Dominican Republic and get access to social services, hundreds of thousands couldn't meet its stringent requirements. Among them: If one lacked proper documents, one would need testimony from two people who had been present at one's birth.
"Hypocritical" is how Bastien describes it. "The interior ministry knew the burden placed on families was too high."
The Dominican government claims that Louissaint, Jean Luis, and the other residents of Parc Cadeau left the country of their own accord — "self-deported."
In a sense, they did. Filled with fear, some 4,000 people fled to Parc Cadeau. Today there are about 2,000 left. Though more than 230,000 Haitian migrants in the Dominican Republic have registered for new documents, a half-million haven't.
Recently, deportations have slowed, mob assaults have been reported less often, and there has even been some humanitarian cooperation.
But all of this is far from the mind of Eliseo Jean Luis. His concerns are more immediate: clean water, cash for food, shelter from the dust and sun. Asked about his hope for the future, his face clouds over and his eyes narrow. In a voice choked with emotion, he says, "Everything here is fucked."
Mackenzón Augiste is tired of having to hike up a hill next to Parc Cadeau to defecate. A 27-year-old father of three who was born and raised across the border in the hills above Pedernales, he leans his gaunt, exhausted frame against the sill of his dilapidated hut's only window. Then he speaks in slow, measured, Kreyol-accented Spanish. "I don't feel well here. There's nothing to eat. Sometimes I go days without eating, and I just got over being sick." His sickness shows. His skin is sallow, and he sounds defeated.
Augiste was a cowherd for a Dominican farmer on the other side. With exhaustion, he notes that the camp's eight rudimentary latrines have filled up in the past year and a half. Residents are forced up into the hills or down to the river when they need to go to the bathroom. A similar situation is likely what led to last year's cholera outbreak. "When it's dry, the wind kicks up the shit and the dust and makes us sick. When it rains, everything in my house gets soaked, and we get sick. I'm tired of it." Asked why he hasn't moved farther into Haiti, Mackenzón says he doesn't know the country. He spent his whole life in the Dominican Republic, and on clear days, he stares out across the river toward his former home.
Cadeau means "gift" in Kreyol, which seems entirely ironic, especially as one approaches the camp on a motorbike, leaving the unfinished concrete houses of Anse-à-Pitres behind for the unforgiving, cactus-spiked scrubland of the south of Hispaniola. The settlement sits on a plain some four or five miles wide. From a hill above the camp, one can glimpse the shallow Pedernales River as it bends toward the Caribbean Sea. Across the road from the haphazard collection of slapdash houses and bare gray lots is a series of naked limestone cliffs that marks where the ocean, millions of years ago, used to be.
Asked how he feels since moving, the former cowherd says, "It's been a calamity."
A farmer named it "gift park" because one of his cows birthed twin calves shortly after he purchased the land. Last winter, as if fulfilling the plot's name, that farmer's son let a few destitute souls squat here. That number grew and then fell as residents left to move deeper into Haiti or were resettled by international organizations.
According to camp residents who did not wish to be identified, the International Organization for Migration (IOM), a nonprofit based in Switzerland, gave almost a thousand people money to rent homes in Anse-à-Pitres. But residents report that the organization hasn't helped enough of them, and they complain that after the rent money ran out, the people who had received aid returned because they couldn't find jobs.
Juan Baca, the chief of mission for the IOM in the Dominican Republic, neither conformed nor denied the residents' allegations. He said he had no firsthand experience of the camp. But, he added, "It's possible that many in the camps stayed because they were awaiting the possibility of receiving aid."
Pierre Paul Edouane is not just waiting for aid. In some ways, his life parallels that of Mackenzón. He is also a 27-year-old resident of the camp who was born and raised across the border. A serious and thoughtful man who chooses his words carefully and could use a shave, he cares for the small makeshift chapel built of palm thatch that stands in the center of Parc Cadeau. He helps distribute what little aid arrives these days.
Inside the chapel, Edouane takes advantage of the shadowy coolness to explain why he and so many other residents have stayed in Parc Cadeau despite the precarious conditions.
"There were three kinds of people here last year: The first knew where they were from in Haiti and went back home. The second knew where they were from but didn't have a place to go in Haiti anymore. The third, like me, didn't know Haiti at all. The second and third have stayed."
Edouane isn't even considering a return to the Dominican Republic to register. "I don't have any papers, nor do I have money to go back." He tries not to feel defeated.
He's philosophical about his time spent in the Dominican Republic. "Life over there was better, in the sense that you could eat, but here in Haiti, there is no harassment, no one attacks us." As he speaks, Edouane cradles a coconut. He explains it's from a small plot of Haitian land his father purchased with money earned during 37 years of sharecropping in the Dominican Republic.
He uses yield from the tiny half-acre plot to feed his wife and child. But he must share whatever the land produces with his father's seven other children. Edouane says he feels both Dominican and Haitian, even if he can't return to the country where he was born.
Neither the Haitian government nor local politicians have done much to aid these Dominican-born Parc Cadeau residents. There is not much work to be found aside from the occasional cutting of a tree for charcoal. Nor is there counseling to help folks find jobs in tourism, agriculture, or other industries.
Asked how he feels since moving to Parc Cadeau, Augiste, the former cowherd, says, "It's been a calamity."
Photo by Mario Ariza
For Haitians who have stayed in the Dominican Republic, even registering kids for school is tough.
 Jean Marie Telemac is of Haitian lineage but is different in many ways from the residents of Parc Cadeau. The lean father of five with a sun-weathered face has lived in Las Mercedes, a hill town in the Dominican Republic about 20 miles from Parc Cadeau, since 1986.
When the tígueres came to his town in June 2015, Telemac — with his hard-set jaw, steely eyes, and peasant stubbornness — didn't budge. "I have a good relationship with my Dominican landlord," he explains while softly patting a sheathed machete attached to his belt. There are thousands like him who remained in the hills.
He has traveled to the town of Pedernales, 13 miles from his home, for an appointment at the civil registry the next morning. He has applied for the third time for documents so his two daughters can study in the Dominican Republic. "I would like to see all my children studying," he says.
Telemac is angling for the kind of card that one-third of the Haitian migrants in the Dominican Republic have received. But because his daughters were not issued birth certificates by Dominican authorities, "it's going to be difficult," he says. "Since they don't have documents, they can't get documents."
"I was raised there, had my kids there, but I would never go back."
s In a phone interview, the IOM's Baca qualifies the new identity card program as a relative success. He claims few other countries — including the United States — offer immigrants access to social services like the Dominican Republic offers. "It's true that when the deadline was coming, there was a lot of noise and fear in the Haitian community," he says. "But there's been a sea change in the [Dominican] government attitude toward Haitian migration."
Says Harvard's García Peña: "That's bullshit, and you can quote me on that... This is a racialized system of oppression and control. If the idea is to regularize, then why denationalize Dominicans of Haitian descent going back all the way to 1937?"
Telemac's struggles to register his children speak of the program's manifold failures. Authorities want statements from the mayor of Telemac's town and from the midwife who helped his wife deliver their children. The trips from his remote village to try to win approval, he says, are taxing his meager finances.
Life without the card means restricted access to work, travel, and education. It also means constantly having to bribe the notoriously corrupt Dominican police every time they are encountered or risk getting thrown onto a bus and deported. Telemac says he's simply fighting for his children's fair share. He's frustrated by all the red tape but determined to get the documents.
Analuisa Jean, a thin 33-year-old mother of two who was born in the Dominican Republic, says that over the past year and a half, conditions in Parc Cadeau have deteriorated. Food has gotten scarcer. Doctors have stopped visiting. Fuel for cooking has become more expensive. And every month or two, someone's hut burns down because they got distracted while tending a fire.
Still, Jean rejects the idea of returning to the Dominican Republic, even if the situation is bleak. "I was raised there, had my kids there, but I would never go back." She says people in the town of Pedernales threw rocks at her children one morning in June 2015 as they were walking to school. Those people were her neighbors. She says the border police summarily deported friends and family members, and some of her relatives were even beaten.
Unlike most other residents of Parc Cadeau, Jean lived just outside Pedernales, in a neighborhood slightly north of the town. Her old house sat directly across the river from the refugee camp, only a half-hour walk away. She says that in June 2015, "things got so bad I couldn't even get to work. So we fled."
She and her children walked to Haiti one afternoon, crossing the shallow Pedernales River on foot. Though she is now free from the threat of persecution at the hands of vigilantes and Dominican border authorities, Jean is less than sanguine about her new life in Haiti. "Here, there's no work. Here, we're surviving by the grace of God."
Source:http://www.miaminewtimes.com/news/la-apatrida-dominicans-of-haitian-descent-are-deported-and-forgotten-9153733

lundi 20 février 2017

APPEL A CONSTITUTION DE ROTESA , ROUTE ET TERMINAL SA , SOCIETE CITOYENNE PAR ACTIONS

Je lance un appel à l’acquisition des actions dans une entreprise citoyenne, alternative de développement du transport en commun d’Haïti. L’entreprise travaillera dans la construction de routes, ponts de gares routières et de moyens de transport modernes à travers tout le pays. Ses infrastructures et ses équipements seront d’accès à tous mais, payantes. Cela veut dire que les automobilistes qui auront à emprunter les routes, ponts et les gares devront s’acquitter d’un frais.
L’entreprise est ouverte à tout citoyen haïtien. Elle n’a aucune restriction sur la double nationalité. Ses actions seront libérées au profit d’acquisiteurs haïtiens vivant tant en Haïti qu’à l’étranger.
Le prix par action est de cinq mille gourdes et le nombre d’actions est de deux millions. Soit un capital social de dix milliards de gourdes. Soit plus de cent quarante million de dollars américains. Ce sera un investissement haïtien pour le développement réel du pays.
Le nom est : » ROUTE ET TERMINAL S.A. » et le sigle est ROTESA.
Etant donné le caractère alternatif et citoyen du projet, je propose que les deux millions d’haïtiens qui auront fait acquisition d’une action de cinq mille gourdes acceptent de payer ce montant pendant six (6) mois, une façon de permettre à l’entreprise de disposer d’un montant de soixante milliards de gourdes pour lancer le grand chantier national de construction de routes, ponts et gares alternatifs. Ce sera le plus gros investissement haïtien dans le pays. Soit plus de huit cent million de dollars américain en moins d'un an.
Sispann lonje bòl ble nou devan letranje, ann kòmanse toupiti ak ti sa nou genyen. Konsa lòt pwojè prive pou modènize lòt domèn ap vini epi na gade wè kijan pèp ayisyen an se de grands bâtisseurs, comme les francs maçons l'ont été pour les états-unis d'Amérique.
Si vous êtes intéressé (e), prière de me contacter par email:  jyvenert@yahoo.fr

vendredi 17 février 2017

Les clairins d’Haïti, des rhums qui vous feront oublier le rhum. On parie?

Christine Lambert — 16.02.2017 - 18 h 02, mis à jour le 16.02.2017 à 18 h 02
Rares sont ceux qui connaissent les clairins, ces rhums haïtiens rustiques, bio et naturels, qui nous arrivent au compte-goutte. Et c’est limite impardonnable.
De gauche à droite et de haut en bas: la distillerie Sajous, Michel Sajous, l'alambic de Casimir, la fermentation baroque de Casimir, la distillerie Vaval et l'arrivée au village de Barradères | Christine Lambert

Rien ne vous prépare :
- Au Scud aromatique qui vous torpille les sens. 
- A la déflagration qui affole les narines, 
- A l’Eden qui se pose sur les lèvres. 
- À la folie qui vous saisit, et vous pousse à chercher la source de cet instant de joie cristallin jailli en dégustant un clairin d’Haïti.

Bon. Le moment de folie m’est tombé dessus à la saison des pluies. Moyennant quoi j’ai d’abord avalé beaucoup d’eau. Le ciel avait ouvert les vannes dès la sortie de Port-au-Prince, lâchant des rideaux de flotte, gonflant des fleuves pris de rage sur les routes et les chemins. Des heures et des heures de 4x4, les vagues culbutant le plancher, pour rallier les hauts plateaux embourbés de l’Attalaye, au nord de l’île –au prix d’un homérique tannage de postérieur et d’un tassement de vertèbres qui devait me faire perdre 3 cm sous la toise en quelques jours.
Dans ces moments-là, forcément, vous cherchez le coupable. Luca Gargano s’était mis en tête de retourner le moindre caillou d’Haïti en quête de vieux stocks de rhums oubliés. Mais le voyage a ce don particulier de ne se révéler que lorsqu’on en oublie les raisons et le but.
La découverte d’un nouveau continent L’Italien n’a jamais trouvé ce qu’il cherchait. Mais, en 2012, il a découvert bien mieux dans les replis de l’île: des petits producteurs qui élaboraient comme aux temps jadis des rhums blancs aux arômes exubérants, à partir du jus de cannes autochtones cultivées sans chimie, fécondés spontanément par des levures indigènes, régurgités en une passe unique par des alambics en cuivre de bricole, non filtrés et sifflés au degré naturel, à plus de 50 degrés. Des rhums que personne n’embouteillait, dont on remplissait des bidons en plastique que le village et alentours s’échangeaient contre menue monnaie. Des gnôles primitives dont le secret n’avait jamais quitté Haïti: les clairins (Kleren en créole signifie rhum).
«Je suis un spécialiste du rhum, c’est ce qu’on dit, non? Eh bien, jusqu’à ce jour, je n’avais jamais entendu parler des clairins. Non mais tu le crois? Tu imagines à quel point c’est rare de découvrir une nouvelle catégorie de spiritueux? C’est comme découvrir un continent! Personne ne savait que ça existait. Et aujourd’hui encore, 99,99% de la population ne sait toujours pas que ça existe.»

Luca Gargano et Faubert Casimir | Crédit photo: Christine Lambert
Vous pouvez être sûrs d’une chose: si Luca Gargano décide qu’il faut ajouter un continent sur la mappemonde, les géographes n’ont plus qu’à se mettre au boulot. Négociant à la tête de la maison Velier, distillateur de rhum à Marie-Galante –entre moult occupations qui nous boufferaient trois paragraphes–, ce type est une force de la nature, une star qui occupe tout l’espace, toujours en avance d’un mouvement ou d’une idée, hier à Trinidad, aujourd’hui en Haïti, demain au Cap-Vert.
Lancé à la chasse au trésor, des distilleries, Luca en a vu des dizaines et des dizaines sur le flanc ouest d’Hispaniola –Haïti en compte plus de 500, cahutes ouvertes aux vents, pressoirs à canne en bois activés par des bœufs en pleins champs. Il a retenu trois petits producteurs qui sortaient du lot: Sajous (à Saint-Michel-de-l’Attalaye), Casimir (à Barradères) et Vaval (à Cavaillon). Et leur a proposé un protocole.
«Nous avons topé là, à l’ancienne. J’achète une partie de leur production en la payant plus cher, je la fais embouteiller moi-même sur place et l’exporte. En échange, le clairin qu’ils distillent pour moi doit provenir d’une seule souche de canne locale cultivée sans produits chimiques et récoltée à la main. J’ai fait venir mon ami Gianni Capovilla [une sommité de la distillation que tous les initiés connaissent], qui leur a proposé de changer deux ou trois trucs dans les réglages, mais il ne s’agissait pas de tout bouleverser.»

Un pressoir à canne en bois | Crédit photo: Christine Lambert
Michel Sajous, sur le plateau de l’Attalaye, dans le nord de l’île, cultive la très rare Cristalline, une petite canne fine assez raide dont on tire peu de jus. En dévalant les crêtes emmoumoutées (du verbe emmoumouter, recouvrir de moumoute: je précise car Larousse et Robert ne sont pas au taquet sur ce coup) d’un vertige de brume, dans une nature dont la beauté vous étrangle, on se faufile dans une vallée marécageuse du sud-ouest où Faubert Casimir fait pousser l’Hawaii (prononcer avaï), une espèce non hybridée en voie de disparition elle aussi [1]. Et Fritz Vaval, à 25 km de là (autrement dit à deux heure trente de tape-cul, les kilomètres ne disent rien des distance en Haïti), plus au sud près de la côte, récolte la Madame Meuze sous un ciel bleu d’opérette.
Des alambics rapiécés Les fermentations sont longues, six à neuf jours –à titre de comparaison, le whisky se contente de deux ou trois jours, exceptionnellement quatre–, et les levures récoltées localement, pas toujours sur les mêmes produits, ce qui change les profils des gnôles d’un millésime à l’autre. Pour ajouter au bordel ambiant, Casimir, le clairin le plus baroque des trois, ajoute dans les cuves de l’anis sauvage, de la citronnelle, du muscat, des oranges acides, etc.
C’est la bagasse (les résidus de cannes dont on a extrait le jus) séchée, plus rarement le bois, qui alimente les flammes chauffant le cul des alambics, chaudières en cuivre de bric et de broc rapiécées de partout et doublées de petites colonnes à plateaux. Pas de cadrans sophistiqués, toutes les manips se font à l’oreille et à l’œil. Et puis au nez. Et à la bouche, mais là, doucement, parce que le jus recueilli au bec de l’alambic se torche sec en faisant briller les yeux –et se fond bien sur les petits citrons verts ou l’eau de coco chassée de la noix.


L’alambic de la distillerie Vaval | Crédit photo: Christine Lambert

A chaque terroir son caractère, à chaque gnôle son profil, lequel varie d’un batch à l’autre –rien à voir entre le premier batch et le troisième (on attend le quatrième pour mai). Casimir, au fruité survolté dopé au gingembre; Sajous, à la précision plus florale; Vaval, tout en puissance, un peu gras, exotique et pimenté. Du mal à choisir? Ces jours-ci, un blend composé à 60% de Vaval, à 30% de Sajous et à 10% de Casimir arrive enfin chez les cavistes –mais il est réduit à 46°. Et d’ici à quelques mois un quatrième larron devrait se joindre à la fête, mais chut, je ne vous ai rien dit…
Tout est naturel, bio, fait à la main, comme autrefois, insiste Luca. Et c’est vrai. Mais on va arrêter de penser qu’il s’agit là d’un choix dans ce pays, l’un des plus pauvres et l’un des plus inégalitaires de la planète, où la technologie et les crédits humanitaires n’arrosent que les élites. Pour autant, la reconnaissance de ces rhums, joyaux bruts qui gagnent à ne pas être polis, est bienvenue aux yeux des producteurs. De 3.000 bouteilles pour le premier lot sorti, la production est passée à 10.000 quilles exportées l’an passé.
Et pour mieux diffuser «la quintessence d’Haïti», Luca Gargano organise en mai la deuxième édition du Clairin World Championship (inscriptions et règlement ici), une compétition internationale de cocktail qui voit s’affronter sur l’île des bartenders sélectionnés sur tous les continents. «Ça me faisait marrer de créer une coupe du monde d’un truc que personne ne connaît», pouffe l’Italien. Personne? Plus pour longtemps.
1 — Ce reportage a été effectué en mai 2016. Depuis, l’ouragan Matthew qui a fait des centaines de victimes en octobre a également couché les champs de canne de Casimir dans la boue et détruit sa maison. Retourner à l'article
Source: http://m.slate.fr/story/137567/rhums-haiti

jeudi 16 février 2017

Haïti. 40 000 étudiants haïtiens en République dominicaine

Port-au-Prince. Jeudi 16 Février 2017. Lenouvelliste/CCN. L’Observatoire binational sur la migration, l’éducation, l’environnement et le commerce (OBMEC) a présenté vendredi son premier rapport d’étude sur la thématique migratoire haïtiano-dominicaine. Ce rapport fait état de près de 40 000 Haïtiens qui effectuent leurs études en terre voisine. Par ricochet, l'économie haïtienne perd par année (transferts d’argent pour payer la scolarité de ces étudiants) plus de 220 millions de dollars américains.

De novembre à janvier, les chercheurs haïtiens, en l’occurrence Sabine Manigat, Jean-Marie Théodat et Colette Lespinasse, et les chercheurs dominicains Brigdet Wooding et Wilfredo Lozano ont épluché des documents, mené des enquêtes en Haïti et en terre voisine dans l’optique d’effectuer un diagnostic de la nouvelle tendance de la migration haïtiano-dominicaine.
Vendredi, à l’Université épiscopale d’Haïti, les chercheurs haïtiens ont présenté les résultats de cette étude qui vise à contribuer à l’amélioration de la qualité des décisions autour du dossier de la migration haïtienne en République dominicaine grâce à une meilleure connaissance des caractéristiques générales de cette migration en Haïti et en République dominicaine.
Selon les données recueillies, le profil des migrants haïtiens a changé comparativement à des décennies. « Aujourd’hui, le migrant haïtien n’est plus le bracero. C’est un jeune intellectuel, un jeune chercheur en quête de connaissance. Une femme éduquée, un homme instruit qui partent en quête d’un mieux-être », a détaillé le professeur Jean-Marie Théodat.
Il ajoute pour expliquer que « nous avons davantage de citadins qu’il y ait de paysans. Autrefois, c’étaient des paysans armés de leurs machettes qui allaient couper la canne à sucre. Aujourd’hui, c’est de moins en moins le cas. C’est de moins en moins un homme et de plus en plus une femme. Naguère, c’était un départ massif, aujourd’hui, c’est un départ individuel. Autrefois, c’était un départ sous une forme informelle, aujourd‘hui, les gens sont de plus en plus documentés. Les migrants sont de plus en plus cultivés, éduqués ».
Selon les résultats de l’enquête, on dénombre pas moins de 20 000 à 40 000 Haïtiens qui étudient dans les universités dominicaines. « Il y a davantage d’étudiants haïtiens en République dominicaine que dans toutes les entités de l’Université d’État d’Haïti réunies », a fait remarquer Jean-Marie Théodat.
Mais il ne s’agit pas que de cela. Pour l’entretien des étudiants, les familles dépensent une fortune. « Les transferts effectués par les familles haïtiennes pour payer la scolarité de ces étudiants s’élèvent à près de 220 millions de dollars américains par an. L’équivalent de ce qu'a coûté la construction du Campus Henry Christophe de l’Université d’État d’Haïti à Limonade (CHCL) est dépensé chaque année par Haïti pour payer la scolarité de ces enfants en terre voisine», a souligné l’ancien président du conseil d’administration de ladite université.
Par ailleurs, les chercheurs notent que 90% des étrangers vivant en République dominicaine sont des Haïtiens. Plus d’un Haïtien sur trois habite la zone métropolitaine. Le plus grand marché de l’emploi dans le bâtiment et les travaux publics en particulier, secteur en plein essor depuis que la capitale dominicaine s’est lancée dans le processus de métropolisation qui y a multiplié les grands chantiers de tous ordres.
Le Cibao Norte et la Yuma concentrent presque autant d’Haïtiens résidents que la région métropolitaine. Les chercheurs notent un double glissement de la main-d’œuvre haïtienne des bateys sucriers vers les nouveaux moteurs de l’économie dominicaine : les plantations d’agrumes, de riz et de fruits pour l’exportation d’un côté et les complexes touristiques hôteliers du Sud-Est de l’autre.
Mais la première zone de concentration de l’immigration haïtienne se trouve dans le Nord-Ouest du territoire dominicain. Ce qui s’explique d'un côté par la proximité de la frontière et de l’autre par l’existence d’une zone agro-industrielle dynamique qui attire de la main-d’œuvre bon marché.
En outre, les chercheurs constatent que les migrants haïtiens partent de trois grandes régions urbaines d’Haïti. Il s’agit de la région métropolitaine de Port-au-Prince vers la région métropolitaine de Sainto domingo, du bas Artibonite vers la métropole de Sainto-Domingo et du grand Nord vers santigo de Los Caballeros.
La migration dominicaine ne pose pas de problème
La recherche révèle aussi qu’il y a une double migration entre les deux pays. La migration dominicaine qui est un peu moindre d’un point de vue statistique ne pose pas de problème, a indiqué le professeur Théodat. Depuis 2010, on assiste à un afflux de Dominicains dans le pays. Ils sont des professionnels exerçant des métiers extrêmement diversifiés. Généralement, ils sont des techniciens, des personnes qui ont des spécialités très rares à trouver en Haïti.
Sources: http://www.caraibcreolenews.com/index.php/caricreole/item/8194-haiti-40-000-etudiants-haitiens-en-republique-dominicaine#sthash.NULMSLLW.dpuf

mardi 14 février 2017

The Roots Of The Haitian Revolution Are Black Futures

There is no Black future without honoring the Haitian Revolution, too.
Ruth Jeannoel
First-generation Haitian American, mother, wife, community organizer and writer
It is important to me that we always include and apply the values from the Haitian Revolution-lresistance, self-determination and black love, in the movement for Black lives. Living at the intersection of being first-generation Haitian and Black, I have learned to bring my culture into my activism and organizing as a first act of choosing freedom and loving myself. This has not always been easy for me, with a family that has been stripped over generations of a lot of our cultural practices.
But what the Haitian Revolution means to me and what it means for Black liberation is a long and powerful story of resilience.
The fight for Black lives must include deepening our understanding of concrete historical examples when Black liberation was real and we won!
I was raised by my mother, an immigrant woman who moved to the United States from Haiti almost 12 years ago. She spent at least three months in a detention camp in Florida and only recently shared that part of her personal history with me. My mother grew up in Haiti during a time of serious political conflict and rivalries and in a time when joining a political party could get you killed, sometimes publicly. My mother learned to be protective at a young age and her early experiences impacted what she later shared with me. We never talked politics. She did not share openly with me about what liberation meant to her. I was not taught the history of Haiti when I was little, and no one explained to me the importance of the Haitian Revolution.
Even though I was born in America and my mother never talked about politics with me, I was raised with a Haitian identity. I learned to speak, read and write Haitian Kreyol, we ate and cooked Haitian food and I grew up learning the values of being Haitian. My mother taught me nearly everything that I know about being Haitian.
I think because I had this strong Haitian identity and at the same time my mother kept Haitian politics from me, I ended up growing thirsty to know more. Later I learned on my own about the rasin (roots) movement, the culture of Haitian Voodoo, and other aspects of African-based spiritual practices and values that Haitian people followed.
What exploration of my Black-Haitian American heritage has taught me is that the fight for Black lives must include deepening our understanding of concrete historical examples when Black liberation was real and we won! We must remember Haiti; we must celebrate and hold Haiti up. Haiti was the first place in the western hemisphere where Black people successfully fought back and then became the first Black nation. The Haitian Revolution has a rich and layered history, but the key action of the Bwa Kayiman, a Voodoo ceremony, would also prove to be the spark of the Haitian Revolution in 1791. Enslaved Africans living on the island of Hispaniola, originating from all different parts of Africa and speaking many different languages, came together nonetheless to evoke the spirits of their ancestors and to fight against the French, eventually winning their independence from France in 1804.
The future is full of Black people, from all across the diaspora of Africa, living in all different parts of the country.
Although in a way my mother kept a lot from me, the blood of liberation was already boiling inside my body. And when I was ready, I chose the side of seeing and telling the truth. I chose to learn more about the role of the Haitian Revolution in my own life. And I am still choosing to find the bits and pieces I need to weave into my current organizing, through cultural sharing, by including Haitian folklore dancing and drumming in my work, through political education workshops and by story sharing with the Black youth who I organize with.
The future is full of Black people, from all across the diaspora of Africa, living in all different parts of the country, with different religions and cultural practices. Just as we did in 1791, we can all commit to dreaming big today and every day, recreating Bwa Kayiman in places all around us, through jete-glo-pour libations, invoking our ancestors and inviting them to join us at our actions, strategy sessions, rallies, protests, outreach events and canvasses in this battle for liberation.
The truth is that there is no Black future without honoring the Haitian Revolution, too. We will learn again how to embrace the traditions of our African ancestors and truly acknowledge and uplift the values the Haitian Revolution: self-determination and Black-love. We will hold strong to these values. After all, our ancestors were fearless, they’ve been here before and they are with us now, and we have got to lean on them to have our backs, our fronts and our sides.
Ring in the sounds of liberation – Ayibobo!
This post is part of the Black Futures Month blog series brought to you by The Huffington Post and the Black Lives Matter Network. Each day in February, look for a new post exploring cultural and political issues affecting the Black community and examining the impact it will have going forward. For more Black History Month content, check out Black Voices’ ‘We, Too, Are America’ coverage.
Source:http://www.huffingtonpost.com/entry/roots-haitian-revolution-black-futures_us_58a08301e4b094a129ebbed3

Haitian arrested after severing wife's arm in Hanover

HANOVER, Jamaica — The police currently have a Haitian man in custody after he was accused of severing the arm of his wife during a dispute this morning at Mount Peto district in Hanover.
It's understood that the man, who lives in Moy Hall, St James, is yet to be charged by the police.
According to the police the woman was on her way to work when she was attacked and chopped by her husband near her Mount Peto home.
Reports are that the couple got married in 2015 and separated in December of 2016.
Deputy Superintendent of Police (DSP) Ainsley McCarthy of the Hanover Police Division said the man who allegedly left the scene in Hanover was later captured at his home in St James.
The woman is currently in the Cornwall Regional Hospital in St James in a serious, but stable condition, the police say.
Source: http://www.jamaicaobserver.com/news/Hanover-man-in-custody-after-severing-wife-s-arm

‘WHO DATES A HAITIAN?’ Jamaican’s let loose on social media after Haitian chops off Hanover wife’s hands

Jamaicans wasted no time Monday venting on social media after Loop News reported that a man from Haiti chopped off the hands of his estranged wife in Hanover Monday morning.
“Who dates a Haitian? My god, what a wicked man... These Haitian need to leave our country, we have enough wicked Jamaicans already, they must be found and deported,” Gemini Queen posted on Facebook.
“Who tell Jamaican to start a relationship with those guys?” asked Paul Leslie in a post on the social media platform.
Rowe Angela commented: “My granny tell me two man I must stay far from is a African and a Haitian.”
“I share the same sentiments as your granny...I fraid a dem bad,” Michelle Adriane Lemon responded.
“Dam! Who would date a Haitian man? I wonder if the doctor will be able to reattach her arms, even one would be good. The man leave the poor woman helpless, this is what you call evil,” Lesa Thomas wrote. Others, like Du-famous Dontae' Samuels, is of the view that all Haitians should be deported.
“Need to fi find the Haitians n deport them! Other nationals out here a hike up our crime rate, smh,” he posted.
“Oh. So dem married inna 2015 n divorce inna 2016… really nw... Who wants a Haitian man?!! Well update is that the police catch him… They need to chop off his arms n deport him… Ole wicked…” Juliet Richards commented.
Annmarie Wright posted: “Who in dem right mind want a damn impoverished Haitian man? Sorry that happen still.”
Justin Cisceron allegedly chopped off his wife’s hands minutes after 7 am Monday as she made her way to work in her Mt Peto community of Hanover.
She was also chopped in the back.
Cisceron reportedly fled the scene and was later held at his home in St James.
He was transported to the Ramble Police Station, in Hanover, for questioning.
The two married in 2015 and separated December 2016.
Source: http://www.loopjamaica.com/content/%E2%80%98who-dates-haitian%E2%80%99-jamaican%E2%80%99s-let-loose-social-media-after-haitian-man-chops-hanover-wife%E2%80%99s

Haiti: Peacekeeping chief points to changes in mandate of UN mission

10 February 2017 – While the security situation in Haiti is “not perfect,” solid progress has been made over the past few years, the head of United Nations peacekeeping operations has said, stressing that the Organization is considering a change in the mandate of the UN Stabilization Mission in the island nation, known as MINUSTAH.
Wrapping up a week-long visit during which he attended the swearing in of the new Haitian President, Jovenel Moïse, and carried out an out an evaluation of Mission, Hervé Ladsous, the Under-Secretary-General for Peacekeeping Operations, told reporters yesterday in Port-au-Prince: “The military component of MINUSTAH is likely to disappear in the relatively near future. We are looking at the modalities.”
At the heart of the Mission's work is ensuring stability, he continued, noting that the recent elections had gone off with few incidents, thanks to MINUSTAH and particularly the Haitian National Police, and the Provision Electoral Council. “I think this is something to be noted,” he said.
He recalled that in October 2016, when the UN Security Council renwed MINUSTAH's mandate, it had expressed its wish to examine the mandate of the Mission in mid-April. The Secretary-General is to make recommendations to the Security Council on 15 March.
"I think that when we look at the situation in this country compared to what it was a few years ago, we have made a lot of progress," Ladsous said. "Security is not perfect, but I think it is much better."
Mr. Ladsous went on to note that the regular strength of the Haitian National Police is set to reach 15,000 and that efforts will continue to strengthen the capacities of this police.
SOurce: http://www.un.org/apps/news/story.asp?NewsID=56150#.WKLiqVPhCUk